José María Arguedas, más allá de ser el reconocido escritor, autor de grandes éxitos literarios y demás; fue un atormentado debido a los constantes maltratos y traumas que sufrió a lo largo de su niñez – adolescencia, sin embargo estos marcaron sus obras.
Perder a su madre, tener a un padre distante, ser despreciado por su madrastra, haber sido tratado como un esclavo más, que su hermanastro lo haya hecho presenciar actos inmorales y desgarradores. Definitivamente marcaron la vida de este conocido escritor de una forma agria y oscura, la cual él se encargó de reflejar, quizá de forma inconsciente, en sus libros.
Según Carlos García Bedoya: “Como es conocido, la presentación de la sexualidad, en la obra de Arguedas es fundamentalmente desgarrada, es una presentación extremadamente cruenta de la sexualidad, no es una sexualidad gozosa, no es una sexualidad de disfrute”. Esto se ve en varias obras del autor, él no presenta la sexualidad como un gozo o algo de disfrute como luego lo afirma Mario Vargas Llosa: “En estos relatos hacer el amor no es jamás una fiesta en la que una pareja encuentra una forma de plenitud, una acción que enriquece y completa a la mujer y al hombre, sino un impulso gobernado por oscuras fuerzas a las que es difícil desobedecer y que precipitan al que cede a ellas en un pozo de inmundicia física y moral”. Esto se debe a que su hermanastro lo hizo presenciar actos de violación contra su tía, definitivamente quedó marcado. Arguedas visualiza a la mujer como algo puro y no puede hacerlo si es que ésta se presenta como un objeto de apetito material.
También podemos ser testigos que en algunos cuentos de Arguedas se presenta al niño blanco que es tratado al igual que un esclavo, esto se debe a que Arguedas fue tratado así por su madrastra y su hermanastro como el mismo afirma en “yo soy hechura de mi madrastra”: “Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos; yo era el menor y como era muy pequeño me dejó en la casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad de un pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto rencor como a los indios, decidió que yo debía vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí.”
Arguedas tuvo grandes problemas que lo marcaron pero, más allá de ellos supo aprender a vivir, ya que es consciente que a raíz de ellos conoció grandes cosas y a través de su arte supo luchar por ellas en el futuro.
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